Share this post

#FuerzaMexico

El que levantó un puño
para pedir silencio.
Los que le hicieron caso.
Los que levantaron el puño para
escuchar si alguien
vivía y oyeron
un murmullo.
Los que no dejan de escuchar.

Juan Villoro

Diversas expresiones se proclamaron con entusiasmo y energía ante el sismo del 19 de septiembre del 2017[1], la que encabeza este escrito fue una de ellas; pasado un año es oportuno recuperar la experiencia y, para no soltarse, ponderar lo aprendido, lo enlazado y lo comprometido.

Respecto a lo aprendido, aunque la experiencia de cada miembro de este país es distinta y significativa de acuerdo al propio contexto, hay elementos comunes que dan unidad y un posible sentido a la vivencia comunitaria. Un aprendizaje innegable es la presencia de la memoria, inquietante bajo estas circunstancias, pero interpelante, en tanto que mueve a la prevención, a la capacitación y a la disponibilidad. Ante la pregunta: ¿cómo fue posible que tanto la juventud, como las distintas generaciones rompieran su círculo de seguridad y de pertenencia y compartieran el tiempo, las capacidades y sus posesiones en vistas a la solidaridad?, una posible respuesta va en la vía de pensar el acontecimiento con todo su espesor, es decir, al lado de la desgracia, la pérdida y el dolor, también se aunó la urgencia, la dedicación, el valor y el humanismo; sobre una dimensión de comunicación, trasparencia, honestidad y equidad. De allí que es posible presuponer que todo intento de dar continuidad a la generosidad y a la solidaridad vividas, debe aterrizarse en proyectos que contengan la misma carga positiva de claridad y trabajo compartido. 

“El puño en alto” se intitula el poema de Juan Villoro, que con gran acierto el escritor y periodista publicó al poco tiempo de los sucesos; de este texto resalta el nivel de lo aprendido:

“Te dolió una parte del cuerpo que no sabías que existía: La piel de la memoria,
que no traía escenas de tu vida, sino del animal que
oye crujir a la materia”
[2].

En cuanto a lo enlazado, es necesario señalar que después del sismo fue momento de hacer cadena, con personas que no se conocían, con organismos que no se tenían en cuenta, con asociaciones de las que solo se escuchaba por los medios; no obstante, todos fueron capaces de ver en el otro una oportunidad para incrementar la fuerza de México a favor del que más lo necesitaba, de los sectores más dañados. Estas redes que se establecieron en la espontaneidad y en la confianza es oportuno y valioso sostenerlas, en aras del bien común. Su Santidad, el Papa Francisco nos recuerda dos elementos importantes frente a esta experiencia:

  1. Más allá de todos los condicionamientos mentales y sociales, el ser humano es capaz de responder en el camino el bien y de la verdad; no es aceptable dejar de creer en la facultad de la condición humana para salir avante[3].
  2. El medio ambiente es un bien colectivo, del cual los seres humanos son administradores y beneficiarios, pero no sus dueños únicos[4].

Estas dos líneas nos hacen visualizar a las redes sociales, a los medios, al ámbito educativo, al sector empresarial, a la población trabajadora y al espacio político construyendo una sola red a favor de la seguridad y el bienestar de todos; la posibilidad de este vínculo y su efectividad quedó probada en la catástrofe, aunque parezca más difícil mantenerla en la cotidianeidad, el esfuerzo por cimentarla es la garantía para poder enfrentar cualquier calamidad futura.

Lo comprometido representa los valores que cada una de las personas pudieron afianzar durante las labores de reconstrucción y de solidaridad ante el sismo del 19 de septiembre y que se concretizaron en un servicio esmerado a favor del otro; ante la gama de actitudes positivas y de convicciones altruistas se pueden presentar algunos compromisos que es conveniente proponer en el seguimiento de esta experiencia paradigmática:

  • Para atender lo más urgente: el discernimiento como la capacidad de todos para distinguir con claridad, la respuesta más adecuada a la situación más apremiante; vivir el discernimiento ante una urgencia, representó dar una solución a lo inmediato, escuchando, dejando hablar a la experiencia y comprometiéndose con la verdad.

 

  • Para lograr perseverancia: integridad, la unión del trabajo con el espíritu; es necesario tener la disposición de formarse en la unidad, del trabajo manual con la causa emprendida, con la intencionalidad del momento, de tal manera que se logre personal y comunitariamente que las acciones emprendidas tengan claridad de conciencia en los motivos por las que se hacen y el bien que producen; esta capacidad de integración es vital para la continuidad de la solidaridad y la entrega.

 

  • Para evitar claudicar: el trabajo en equipo; la capacidad de apertura al otro lleva a la decisión y a la dedicación de trabajar juntos, en comunidad y buscando la igualdad de condiciones y de respuestas; la disposición de trabajar en equipo resalta la comunicación, el diálogo personal, la empatía, el respeto y el liderazgo.

 

El compromiso ante el bienestar humano en circunstancias en las que está en riesgo la seguridad y la vida de las personas es una decisión y una autodeterminación firme y tenaz; lo comprometido es el mismo ser humano bajo la conciencia de que su aportación es única e insustituible como lo es su dignidad y condición humana; de allí que la confirmación de los valores ejercidos y mantenidos ante esta experiencia tengan como espacio de crecimiento la unidad comunitaria; permanecer en la unidad fue la respuesta que dio San Juan Bautista De La Salle ante la adversidad y la crisis, pues descubrió que la voluntad de Dios se discernía desde los acontecimientos de la vida, sobre todo cuando se era capaz de permanecer en el compromiso de la unidad y de la fraternidad.

Lo aprendido, lo enlazado y lo comprometido serán parte del bienestar social del país y garante de la seguridad y la paz, si se encuentra el camino para permanecer en la unidad, pues lo unido siempre permanece.

Indivisa Manent  

Roberto Medina L. Anaya, fsc.

Universidad La Salle

Vicerrector de Bienestar y Formación


[1] El 19 de septiembre de 2017, a 32 años del terremoto de magnitud 8.1 que devastó a la Ciudad de México, un nuevo sismo volvió a dejar víctimas mortales y costosos daños materiales en diferentes Estados de la República.

[2] VILLORO, JUAN, El puño en alto, publicado en el Periódico REFORMA el viernes 22 de septiembre de 2017.

[3] Laudato si 205.

[4] IDEM 95.

Publicaciones Relacionadas

24 ABRIL, 2024

Destacan lasallistas en Competencia...

Llevamos los conocimientos del aula a un proyecto práctico para el desarrollo de habilidades...

0

23 ABRIL, 2024

Día Mundial del Libro: difundimos el...

Impulsamos la edición y publicación de materiales bibliográficos de alta calidad.   ...

0

22 ABRIL, 2024

60 años de Arquitectura, Diseño y...

Tenemos un compromiso con la solución creativa de las necesidades sociales, con sentido ético y...

0

17 ABRIL, 2024

Recibe La Salle México galardón...

Certificación con el mayor reconocimiento internacional a las organizaciones que creen en la...

0

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.