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Estudiar en una escuela tan grande como La Salle tiene sus ventajas y sus desventajas. Si te lo propones, puedes conocer a alguien nuevo todos los días; no sabes cuándo puedes encontrar un lugar de la universidad que no conocías; hay lugares diferentes para comprar comida por todos lados; y lo mejor, todo el tiempo hay fiestas, celebraciones, o ferias de programas.

Pero, por otro lado, las horas pico significan largas filas para conseguir café o comida; casi siempre es un dolor de cabeza encontrar un lugar libre en la cafetería; y en ocasiones la multitud es quien dicta la dirección que tienes que tomar (aunque tengas clase del lado contrario… al otro extremo del Campus).

Ser parte de un plantel tan grande como el nuestro también quiere decir que es inevitable que se formen pequeñas rivalidades entre las numerosas secciones que constituyen el cuerpo estudiantil. Y lo que no es un secreto es que el antagonismo más famoso de todo el Campus Condesa es aquel que se da entre los pupilos de preparatoria y los estudiantes de universidad.

Nadie sabe exactamente cómo o cuándo comenzó este enfrentamiento milenario, ni cuáles son las causas precisas que lo desencadenaron; pero si una cosa es segura, es que estas dos grandes entidades que recorren diariamente La Salle, en más de una ocasión se han visto envueltas en una peculiar y divertida guerra intergeneracional que parece no tener fin. Por cierto, uno de sus efectos colaterales más notorios es el título de “prepos”, pues es la forma en que los universitarios rebautizaron a sus compañeros de playeras azules.

Tal vez unos son muy jóvenes, tal vez los otros son muy apáticos o quizá ninguno de los dos entiende muy bien cómo es la rutina del otro. De cualquier manera, a continuación, quiero presentarte algunas de las situaciones que hacen que preparatorianos y universitarios se exasperen entre sí mutuamente.

La mayoría vs las minorías en los torniquetes

 

Para todos aquellos que hayan formado o sean parte actualmente del cuerpo estudiantil de preparatoria de La Salle, es bien sabido que después de las cuatro primeras horas de clase hay un descanso de 20 minutos antes de continuar con el trabajo del día. Es importante mencionar que en promedio hay más de 1500 estudiantes de preparatoria, mismos que corren en cuanto suena el timbre a conseguir comida, material para la siguiente clase, o a visitar a algún amigo que está en un salón muy lejano al suyo.

Esta situación sólo puede significar una cosa, que en los torniquetes se forma un reverendo tapón de preparatorianos desesperados por hacer valer sus veinte minutos de descanso y no tener que gastarlos todos haciendo fila por una torta de chilaquiles o por un cuarto de papel ilustración en Lumen.

El detalle aquí está cuando algún despistado universitario llega a la escuela o necesita entrar a la Unidad 1 del campus precisamente a esa hora, porque entonces además del embotellamiento, hay alguien tratando de cruzar los torniquetes en sentido contrario, lo que puede significar que:

a) Como preparatoriano te sientas tremendamente ofendido porque te está robando invaluables segundos de descanso que necesitas con desesperación. Todo el mundo sabe que a las 10:50 de la mañana la preparatoria entera sale corriendo, por lo que nadie más debería entrar a esa hora.

O que:

b) Como universitario te exaspere la evidente falta de orden de la preparatoria, su necesidad de salir todos corriendo cuando tienen otros descansos de 10 minutos que pueden aprovechar muy bien para hacer todo lo que necesitan, y su poca empatía por insistir en pasar antes que tú, a pesar de que ellos son más de cincuenta y tú sólo una persona que puede entrar muy rápidamente (y todavía se enojan cuando les ganas la entrada).

Diversión vs escándalo

 

La Salle está llena de lugares en los que cualquiera puede pasar tranquilamente el rato, ya sea para despejarse de un día sumamente cansado, hacer tarea, estudiar, escuchar música, leer un buen libro, comer un rico helado de Ananá, o cualquier cosa que le plazca.

Como éstas son áreas comunes –digamos La Hueva, Plaza La Salle o Starbucks– universitarios y preparatorianos no están exentos de encontrarse o tener que compartir espacio al mismo tiempo. Y aunque en la mayoría de los casos esto no tiene mayor importancia, en ocasiones lleva a pequeñas fricciones, debido a que:

a) Sientes la mirada inquisitoria del otro mientras tú platicas y bromeas muy tranquilamente con tus amigos. No estás molestando a nadie, ni haciendo mucho escándalo, sin embargo, a la otra persona parece molestarle terriblemente tu felicidad, y presientes que quizá se debe a sencillamente no le agrada tu situación estudiantil actual.

O porque:

b) Tienes tus audífonos puestos a todo volumen y sin embargo no puedes dejar de escuchar las risas escandalosas de las personas que están sentadas en la mesa de al lado. Tienes pocas horas para terminar un trabajo tremendamente complicado y no logras concentrarte. Al poco tiempo de luchar por hacer caso omiso de tus vecinos piensas que tal vez, sólo tal vez, lo están haciendo para molestarte.

Tu salón vs mi salón

 

Ya comenté antes que La Salle es bastante grande, sin embargo, esto no quiere decir que los estudiantes de la tarde no tengan que usar los mismos salones que los del turno matutino. Para algunas carreras esto quiere decir que las personas con las que comparten aula son los miembros más jóvenes de la comunidad, esos que recién van a elegir lo que quieren estudiar.

En este apartado se debe mencionar que las personas de preparatoria son un poco más apegadas a su salón que los chicos de universidad, principalmente porque ellos utilizan ese espacio todo un ciclo escolar y no solamente un semestre de cuatro meses, porque en la gran mayoría de las ocasiones todos sus útiles también están en ese lugar, y porque el número de su grupo corresponde directamente con el del aula que utilizan.

De cualquier manera, es mucho más cómodo utilizar un salón con la idea de que por un corto período es solamente tuyo y de tu grupo, y ser consciente de que debes compartirlo en ocasiones. Puede ser un poco complicado porque:

a) Todos los días cuando llegas a clases tienes que buscar tu banca, porque alguien del turno de la tarde siempre se toma la libertad de poner una de zurdos (o de diestros) exactamente en donde tú te sientas; además de que estos entes poco amables están constantemente moviendo las cosas que no son suyas de los casilleros o llevándose los candados que algunos distraídos olvidaron cerrar.

O porque:

b) Usualmente tienes que llegar a un salón lleno de basura o con una papelera llena hasta sus bordes de envolturas de papas y vasos de Starbucks vacíos, sin mencionar que, de cuando en cuando, todo está lleno de carteles que se caen por todos lados, pero que no puedes tirar porque no son tuyos; y que siempre hay una banca que no te conviene en tu lugar, a pesar de que el día anterior (y el anterior a ese) pusiste un pupitre que te gustaba mucho más en el espacio en el que te sientas.

En definitiva, es complicado que dos personalidades colectivas tan diferentes convivan dentro de la universidad; pero lo cierto es que, si no estuviéramos todos juntos, la vida no sería tan interesante. Además, lo que de verdad importa es que, al final del día, todos somos lasallistas (fieles lasallistas), dispuestos a hacer cualquier cosa para apoyar a nuestros compañeros.

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