Querida comunidad universitaria,

Hermano Enrique, antes que nada, quiero felicitarte y agradecerte tu presencia y animación de la Comunidad Universitaria de la Universidad La Salle durante estos últimos 7 años y contigo agradecer a quienes en este momento y a lo largo de los 56 años de Educación Superior Lasallista en México han hecho posible lo que hoy juntos recibimos como herencia y compartimos como desafío a las nuevas generaciones de lasallistas en México.

Muchas gracias por el 7° Informe de Gestión 2017-2018 que acabas de presentarnos. Gracias a la Comunidad de Hermanos responsable de animar esta querida Institución.

Gracias a los 12,597 estudiantes, los 1,439 profesores y 793 colaboradores administrativos, de mantenimiento, intendencia y vigilancia que día a día, juntos, nos educamos para mejor amar y servir a aquellos con quienes nos encontramos en la vida.

Cerca de 15 mil personas que damos vida a la institución y que deseamos trascender como herederos del legado educativo de San Juan Bautista de La Salle.

Soñamos con 15 mil lasallistas de corazón, corazones encendidos que laten en armonía para lograr una sociedad mejor, que trabajamos por la paz y la justicia, mirando al menos favorecido y extendiendo la mano solidaria y fraterna.

Como hemos escuchado, además, otras 15,871 personas acuden a la Universidad y la sienten como su casa,  para participar en diversas actividades, sea la capacitación para el trabajo, la formación cultural y deportiva, las vivencias pastorales y de impacto social, los intercambios académicos entre otras, en la apertura de nuestras instalaciones.

Miles de personas, hijos de Dios, que de una u otra manera contagian y reciben, experimentan y esperamos en Dios multipliquemos la filosofía del respeto, la colaboración y la inclusión, la multiculturalidad y el compromiso social; todo ello centrado en nuestros valores fundacionales de: fe, fraternidad y servicio. Esto es una manifestación de la gran fortaleza que inspira la comunidad de la Universidad La Salle.

Son números de estadísticas en informes… que para nosotros son nombres y rostros; sueños, necesidades y carencias que se vuelven reto, desafío, compromiso y provocación… historias de salvación, plenitud y trascendencia.

¿De qué manera repercutimos en los cambios estructurales de nuestro país, transformarnos y humanizamos el entorno por la ciencia, la técnica y la cultura, reorientamos hacia el amor y la reconciliación las relaciones interpersonales, multiplicamos los bienes materiales en una más justa retribución que nos permita convivir más como hermanos?

Porque decir La Salle es decir comunidad comprometida, comunidad fortalecida en el trabajo colaborativo para la Misión Educativa Lasallista. Una misión compartida desde nuestras propias vocaciones, como lo profundizaremos en este próximo curso como “Año de la Vocación” y “Jubileo Lasallista”. Educadores vocacionados, testigos del Reino de Dios, hombres y mujeres que vivimos con pasión la misión y la vida.

Para ello, para esta transformación evangélica de la realidad desde las diferentes disciplinas del saber, la cultura de la solidaridad y el servicio y los valores humanos, universales y cristianos, es que regenteamos los 105 programas con Registro de Validez Oficial de Estudios que ofrecemos. Se dicen pronto, pero requieren de una entrega profesional, vital y relacional impresionantes. Así queremos evangelizar la cultura y culturizar el Evangelio.

Quiero destacar como un indicador de eficiencia en la administración de los recursos institucionales, y con un impacto social directo, la capacidad de ofrecer 3,457 becas, que equivale a una cobertura del 27% de la población escolar y que representa un monto de $120 millones de pesos. Son de las acciones que nos llenan de satisfacción.

Sin embargo, más quiero resaltar que esas becas serían incompletas, si no forman a que quien hoy las recibe mañana las done. Hoy por ti… mañana por otro. La capacidad de formar personas agradecidas, gratuitas, generosas, solidarias… es un distintivo de la educación lasallista. Si enseñamos a recibir sin dar, deformamos a la persona. El egoísmo, la indiferencia, la autoreferencialidad, los nuevos Epulones de los que habla Jesús en su parábola del rico y el pobre Lázaro, hoy se ha extendido a nivel planetario. Si los privilegiados de este mundo que tenemos acceso a la educación superior no hacemos algo por revertir esta situación, la Universidad en su razón primera de existir y las Universidades Lasallistas en particular, estamos de sobra en este mundo.    

Como lasallistas que educamos en todos los niveles, quiero insistir en este punto.

Quienes estamos en la Universidad, con nuestro trabajo diario, coronamos la educación que se inicia a los 3 años en el nivel preescolar. Aquellos niños que fueron llevados de la mano por sus padres a los preescolares y primarias, terminan su preparación académico-profesional aquí, entre nosotros, culminado con éxito su preparación universitaria. Algunos de ellos se encontraron con La Salle desde su tierna infancia, otros en los diferentes niveles educativos, todos al llegar a la Universidad. La espiritualidad apostólica y pedagógica lasallista nos hermana en la formación integral de la persona, para participar con responsabilidad social atendiendo a los más vulnerables. Esta es nuestra esperanza. Esta es la dimensión de fe, del trabajo que como educadores realizamos todos los días. Esta es nuestra Misión. Ésta es la clave: Los Educadores en las Instituciones, que acompañan al infante, al joven y al adulto.

En la Universidad debemos sabernos continuadores de lo realizado en nuestras escuelas hermanas, públicas o particulares, lasallistas o no, agradecidos y admiradores de todos nuestros colegas Maestros sin los cuales los logros que compartimos en este informe no serían posibles. Los niños y los jóvenes, se decía en el siglo XII, tienen derecho a tener buenos maestros y a encontrarlos. Lo mismo se dijo en el siglo XVIII en que vivió hace 300 años nuestro Santo Fundador y al no encontrarlos, a ellos dedicó su vida. Esos buenos maestros son los que confiamos encuentren los jóvenes al llegar a la Universidad Lasallista.

Muy estimados miembros de la Comunidad de la Universidad La Salle.

El Informe de Rectoría (que es el Informe de toda la Comunidad), es un momento adecuado para agradecer, reflexionar y comprometer. Es hacer una pausa, armonizar la respiración, ver el camino andado, levantar los ojos a la meta, reorientar el rumbo y redoblar gozosos el paso. Es valorar nuestro caminar individual y colectivo en función de las tareas y responsabilidades que tenemos encomendadas.

La Universidad Lasallista es Obra de Dios… y cuanto realizamos en ella es para dar Gloria a Dios, como nos ha enseñado nuestro Santo Fundador.

A través de nuestras personas y de nuestro trabajo Dios se hace presente, santifica a los demás y a la creación y por añadidura a nosotros mismos. Es el carisma que hemos recibido de nuestro Fundador y que hoy tenemos bajo nuestra responsabilidad. Somos privilegiados y bendecidos por haber sido escogidos por nuestro buen Dios, para ser sus testigos y dar continuidad a esta encomienda educativa que hoy nos reúne en la Universidad La Salle.

Que Santa María de Guadalupe nos siga acompañando y San Juan Bautista de La Salle y los Hermanos y Colaboradores que nos han precedido sigan intercediendo por nosotros.

Muchas gracias Comunidad Universitaria por hacer posible esta Obra de Dios, que también es nuestra. Sigamos viviendo con el corazón en la mano.

Indivisa Manent

 

Lic. Pedro Álvarez Arenas, fsc

Presidente de la Junta de Gobierno

Visitador del Distrito Antillas-México Sur