- Aportación del Dr. Carlos Alberto Jiménez Bandala a propósito del Día Mundial de la Alimentación este 16 de octubre.
Anoche, como todas las noches anteriores, 1 de cada 9 personas en el mundo se fueron a dormir con hambre. En México fueron 1 de cada 4. Otros más la pasan peor, en algunos municipios de Oaxaca y Chiapas el 25% de la población come una sola vez cada tercer día.
¿Es que acaso no producimos los suficientes alimentos en el mundo?
No sólo es una cuestión de la producción, sino también de la distribución y el consumo. El problema de la alimentación en gran parte del mundo tiene su origen en la desigualdad económica, existen alimentos disponibles, pero no hay recursos para comprarlos. El modo de producción actual responde al mercado y no a las necesidades humanas. Cuando no todas las personas tienen el acceso físico y económico en todo momento a alimentos inocuos y nutritivos decimos que hay un problema de seguridad alimentaria.
Datos oficiales revelan que nuestro país tiene seguridad alimentaria porque tiene acceso a un mercado de alimentos, pero consideramos que enfrenta un problema más grave, el de la soberanía alimentaria, que es el derecho de cada pueblo a definir su propia política en materia de alimentos. Cuando un país depende de la producción de otro, su soberanía se vulnera. Las políticas económicas neoliberales que se aplican desde hace más de 30 años han deteriorado las condiciones de producción alimentaria y nos han vuelto dependientes de los mercados internacionales.
En la década de los 60 éramos exportadores netos de granos básicos como maíz, trigo y frijol. A partir de los años noventa la situación comenzó a cambiar. Con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) nos volvimos importadores netos de estos granos y dejamos de producir lo suficiente. La siguiente gráfica nos muestra como de 1993 a la fecha nuestros saldos de maíz han sido negativos, pero también, como se han incrementado año con año.
De cada kilo de tortilla que consumimos, 400 gramos se hicieron con maíz importado y de cada dos piezas de pan que nos comemos, una se produjo con trigo importado. Nuestra producción ha caído de forma alarmante y no ha habido política pública que se enfoque en reanimar al campo. Ante este problema: reflexión y acción.
Hace 73 años (16 de octubre de 1945), se reunieron 42 países para crear un organismo de atención a los problemas de alimentación y agricultura (FAO). Que este sea el marco para reflexionar ¿qué podemos hacer desde la Universidad para recuperar la soberanía alimentaria y erradicar el hambre? Y que nuestros valores lasallistas sean el motor de acción para preocuparnos por el otro.
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