Con motivo de su retorno a la Casa del Padre, recordamos una vida dedicada a la educación.
14 de agosto de 2020
Con motivo de su retorno a la Casa del Padre, recordamos la obra el Pbro. y Dr. Manuel Alarcón Vázquez, quien formó parte de la obra lasallista desde 1974 y destinó más de 50 años a la educación.
El Padre Alarcón nació el 23 de agosto de 1933 en la Ciudad de México y en 1945 ingresó al Seminario Conciliar de México. Realizó la Licenciatura en Teología así como la maestría en Espiritualidad en la Universidad Gregoriana de Roma.
Dedicó su vida al servicio de Dios a través de la educación. Colaboró por 46 años en la Universidad La Salle México, como capellán, docente, Profesor Emérito de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, director del Departamento de Formación Integral (hoy Pastoral Universitaria) y Director Fundador de la Escuela de Ciencias Religiosas.
El Padre Alarcón se desempeñaba como
Director de la Academia Mexicana de Bioética
y Jefe de las carreras Pastoral Catequética
y Ciencias Religiosas no escolarizada.
En su formación, realizó estudios en Paleontología por la Universidad de Londres, Inglaterra, y en 1961 finalizó el Doctorado en Teología. Además fue sacerdote diocesano incardinado a la Arquidiócesis de México, ordenado sacerdote en Roma el 27 de octubre de 1957.
Por más de 50 años brindó su servicio a diferentes casas de estudio, como la Universidad Nacional Autónoma de México, el Seminario Conciliar de México, la Pontificia Universidad de México y la Universidad Motolinía. En La Salle inició su labor como capellán de las escuelas preparatorias en 1974 continuando como profesor de la entonces Escuela de Filosofía y del Departamento de Humanidades.
Desde 1997 fungió como Director Ejecutivo de la Academia Mexicana de Bioética y desde 2012 como Presidente de la Unión de Institutos de Teología Católica en México. También fue miembro del Consejo de Gobierno de la Universidad La Salle Cuernavaca y formó parte del Consejo de Bioética de la Conferencia del Episcopado.
Su entrega y dedicación docente lo hicieron acreedor
a la medalla San Juan Bautista de La Salle
y a la distinción de profesor emérito.
La comunidad universitaria celebra su vida y eleva sus oraciones, sabiendo que ya goza de la plenitud de la vida eterna.
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