Hoy en día, la sociedad no entiende que el “maltrato”, en cualquiera de sus modalidades ( verbal, infantil, juvenil, humano y animal), es un verdadero daño.

Entendiendo que el daño no es otra cosa, que provocar y sufrir una molestia o dolor en el cuerpo y alma…

Los datos del maltrato son más que alarmantes:

• 168 millones en el mundo son niños…
• 300 millones de niños, son víctimas de violencia;
• 120 millones de niños en el mundo, han sufrido abuso sexual…
• En México, 6 de cada 10 niños son maltratados 
• 9 de cada 10; son explotados laboralmente y por sus padres…

Ante estas cifras, nos damos cuenta que la “esclavitud”, todavía existe…y lo peor del caso, es que sus consecuencias son actos consentidos y asimilado como normales.

El efecto consecutivo es, una alteración física, emocional o mental  por parte de quien la sufre…y en este caso lo es un niño, que cuando crezca se convertirá en un adulto maltratado, que a su vez multiplicará su conducta maltratadora cuando tenga que convivir con la sociedad.

Su antecedente es más antigüo de lo que se cree…solo basta leer los orígenes de cualquier cultura, y nos daremos cuenta que desde que el hombre aparece en la tierra, siempre se aprecia el maltrato en el menor y en el adulto, a través  del sometimiento; para que; en el caso del niño, era  un esclavo, y que debía realizar labores en pro de su “aparentemente dueño”, bien podría  oponerse a su capricho “mandable” pero de no hacerlo ante la virtud de la obediencia, podría sufrir  la posibilidad de ser golpeado, vejado, maltratado e incluso, aniquilado.

Esto elevó su grado de daño, al ser extendido hacia las actividades normales, como sería la recolección de frutos, o el arado de la tierra, incluso hoy en día;  es parte de una aceptación colectiva que; los niños trabajen en la calle vendiendo algún tipo de producto, con la autorización de sus padres, en virtud de su pobreza, exponiéndolos a los peligros constantes de la calle; cuando realmente un niño; debería ser cuidado en toda su esfera familiar, pues es la semilla de una sociedad que se debe destacar por su grado de cuidado hacia los otros ciudadanos que forman una  nación.

Los niños en un futuro se convertirán en adolescentes, y posteriormente en adultos, y si en ese periodo de su desarrollo arrastran una vida un maltrato, es obvio que, origina un rechazo, rebeldía, ansiedad e incluso el suicidio, por parte de su entorno, pues s su estima o su razón de existir en el mundo, no tiene sustento para sobrevivir en un mundo tan hostil.

Así;, el agravio con la explotación laboral, se fusionan; y  dan como resultado la explotación física, verbal y emocional, que hoy conocemos como el maltrato infantil; y con ello bajo la hipótesis de la subsistencia, surge la explotación del infante por la vía laboral, y misma que es mejor conocida como una mala práctica de vida, en donde se somete al menor para trabajar y mantenerse “vivo”, en un mundo donde el menor no pidió nacer…y lejos de que sus padres  le brinde la garantía del cuidado, son ellos los primeros en vulnerar su existencia.

Los niños, no deben ser considerados “objetos”, sino valiosas semillas que permitan progresar a un pueblo o nación; teniendo insertados los valores y virtudes que los hacen únicos a esos seres y que les da identidad de un originario lugar.

No debemos permitir el trabajo o esclavitud infantil, ni tolerar ningún acto que pueda modificar su esencia, el problema radica en el cómo se corrige una conducta o cómo se hace que una familia en pobreza, pueda tener una sobrevivencia, o lo que es peor, cómo hacer que un niño, no se convierta en un sufrimiento social.

 

María del Carmen Cendón Garduño

Docente de la Facultad de Derecho