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Colaboración del Mtro. Carlos Alberto Jiménez Bandala, Profesor-Investigador de la Facultad de Negocios y miembro del SNI.                                   

 

Entre el 12 y 29 de diciembre de 2019 se reportaron los primeros brotes de un coronavirus en Wuhan, China. Hasta el 7 de enero se identifica como nuevo; dos días después se reporta la primera muerte. El 20 de enero ya había una centena de infectados en China y el 31 de enero la Organización Mundial de la Salud (OMS) declara emergencia mundial. Ciudades enteras decretan cuarentena y se frena la producción del gigante asiático, por tanto, la demanda de petróleo disminuye y los precios se caen.

El 8 de marzo Arabia Saudita rompe negociaciones con Rusia para frenar la caída de los precios del petróleo e inunda el mercado con bajos precios (shock de oferta), los precios se desploman 30% en un solo día. El 11 de marzo la OMS declaró el nuevo coronavirus como pandemia y los mercados financieros entraron en pánico, los daños económicos son ya históricos. Por lo pronto los más afectados son los más ricos del mundo. El Dow Jones ha perdido en 10 días 20% de su valor y en lo que va del año retrocedió a niveles de 2007. Por su parte, el índice de precios y cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores retrocedió a niveles de 10 años y nuestra moneda se depreció 30% en línea con otras 10 monedas emergentes.

Sin embargo, las peores consecuencias están por venir.

El confinamiento ordenado por Europa, Canadá y Estados Unidos ha frenado las actividades industriales y comerciales. Esta parálisis podría tener efectos secundarios mayores a la propia enfermedad. Diversas empresas como aerolíneas, cadenas hoteleras, restaurantes y bancos podrían declararse en bancarrota para el mes de mayo si no se corrigen las medidas restrictivas. Más aún, diversas empresas pequeñas y medianas no podrían resistir más allá del mes de abril.

La gráfica 1 muestra el valor aproximado del Producto Interno Bruto que se pierde diariamente a causa de la cuarentena en 6 economía. En total se pierden casi 35 mil millones de dólares, de los cuales la mitad los pierde Estados Unidos. Siguiendo estas estimaciones, la perdida mensual acumulada sería cercana al 0.5% del PIB. En la medida que el paro se prolongue los costos aumentan exponencialmente pues se vuelve cada vez más costoso volver a echar a andar la planta productiva, así, un segundo mes acumularía una caída del 1.2%; tres meses (el estimado que dure la emergencia) podrían costar más del 2%. Lo anterior significa que países que ya estaban en recesión, como Alemania, este año se contraerán entre 2 y 2.5%; y que Estados Unidos tendría una caída de entre 0.5 y 1%.

Elaboración propia

Para México, el panorama no es alentador

Bancos como Goldman Sachs pronostican que Latinoamérica caerá 1.2%, pero nuestro país lo hará en 1.6%. Según Moody’s, las caídas serán de 1% para la región y 2% para México. Credit Suisse pronostica un -4%; Barclays, -2%; J.P. Morgan, -0.4% y Bank of America, -0.2%.

Estamos siendo vistos como los más vulnerables, por ello cuando se cuestiona si el gobierno actual debe proceder como los países europeos y decretar un aislamiento general que incluya el cierre de fronteras, la respuesta es no. Primero, porque no tenemos el número de infectados y diversos modelos de probabilidad apuntan a que no estaremos bajo las mismas condiciones. Segundo, porque no contamos con el arsenal económico que ellos tienen para reactivar su economía una vez que pase la pandemia. Tercero, porque la estructura económica predominantemente informal (60%) sería la primera afectada con el paro, es decir, los más pobres se quedarían sin ingresos primero. Cuarto, porque inevitablemente habrá un mayor daño a la población que el virus en sí mismo.

Aún sin parar la economía, el choque es inevitable. La industria turística está casi paralizada; la manufactura, principalmente maquila de exportación, también se frenó a causa de que se interrumpió la cadena de suministros (desde China); las materias primas, principal tipo de exportación han bajado de precios con un efecto arrastre del petróleo; los mercados financieros muestran mayor aversión al riesgo por lo que monedas emergentes podrían seguir depreciándose.

¿Qué hacer?

En la medida de lo posible no frenar la planta productiva; mantener las medidas de higiene para evitar la propagación (esto es más efectivo que el paro económico); aumentar el gasto público en materia de inversión; mayor inyección de liquidez a los mercados; estimular el mercado interno y no cerrar las fronteras para estar preparados para abastecer a los mercados internacionales. No hacer compras de pánico, ni alarmar a la población de forma innecesaria.

 

 

La Universidad La Salle México no se responsabiliza de los testimonios y opiniones vertidas a título personal en esta publicación. Los comentarios, datos y opiniones aquí externados son responsabilidad única de quiénes los emiten. (2020)

 

 

 

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