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Medio: El Universal

Especialista: Mtra. Julia Muñoz Velasco / FHyCS

Tema: “El reto de ser universitarias”

  • Las mujeres que estudian en las instituciones de educación superior aún luchan contra estereotipos y la exclusión
  • Universitarias luchan contra estereotipos
  • Los retos que las mujeres deben afrontar en su proceso formativo y académico persisten a lo largo de las generaciones

María estudió Física en la UNAM. Durante los años que pasó en las aulas de la Facultad de Ciencias, no cursó, aunque quiso, materias impartidas por mujeres. Todos los profesores eran hombres. La falta de mujeres no solo era notoria en el personal académico, sino también en los salones. “El primer semestre es más o menos homogéneo. Pero, conforme avanzan los semestres, te vas quedando sola. Hay muchos más hombres”, recordó.

Las carreras de ciencias, por ejemplo, son disciplinas donde el género femenino está poco representado. María, quien pidió a Generación Universitaria omitir sus apellidos, no tuvo ninguna profesora y, para ella, esto significa un gran problema pues hace invisibles a las mujeres. “Es como si no existieran”, comentó.

Históricamente, el camino de las mujeres en la academia y la investigación ha sido uno de constante lucha contra los estereotipos. Ha habido retos y logros. Por ejemplo, de 1903 a la fecha, únicamente 18 mujeres han ganado el Premio Nobel en física, química o medicina. En el mismo periodo, un poco más de 550 hombres han obtenido el mismo galardón. En el área de literatura, el patrón es similar: 15 mujeres contra 101 hombres premiados (desde 1901).

Sin embargo, mujeres dedicadas a la investigación y generación del conocimiento han existido muchas y desde épocas antiguas. Un ejemplo famoso es el de Hypatia de Alejandría (360 – 415 d.C), una filósofa griega destacada en matemáticas y astronomía, quien, además, fue cabeza de la Escuela de Alejandría. Las referencias históricas señalan que, por su condición de mujer, fue vejada y asesinada públicamente.

Bastantes siglos después, Sofía Kovalevskaya (1850 – 1891), otra matemática notable sufrió discriminación debido a su género. Tuvo que casarse para poder obtener una visa que le permitiese realizar estudios fuera de su país. Pero eso no le impidió convertirse, años después, en docente permanente en la Universidad de Estocolmo, lo que la convirtió en una de las primeras profesoras de universidad en Europa.

En México, quizá el caso más célebre es el de Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, quien se disfrazó de hombre para poder tener acceso a la universidad. Después, debido a su renuencia a contraer matrimonio, ingresó a una orden religiosa donde pudo continuar con sus estudios. Las dificultades en un inicio para tener acceso al conocimiento y a la educación no le impidieron convertirse en Sor Juana Inés de la Cruz, una de las autoras más importantes de la literatura novohispana.

Como los anteriores, existen un sinfín de ejemplos en los cuales las mujeres han padecido exclusión, discriminación… Lo cierto es que, desafortunadamente, esas problemáticas y estereotipos negativos persisten en la actualidad.

La educación como emancipación Reconocer a las mujeres en todos los ámbitos, y en particular, en la academia, no solo es necesario, sino también es un proceso de reivindicación del género femenino. La maestra Julia Muñoz Velasco, especialista en filosofía y asistente académica de Coordinación de Planeación Curricular de la Universidad La Salle, explicó que “sin darnos cuenta, hay estos sesgos de género en la bibliografía de las materias. Es decir, solo revisamos obras realizadas por escritores, autores o investigadores hombres. Entonces, parte del trabajo de reivindicación está en visibilizar que hay mujeres que han escrito importantes obras literarias, científicas o filosóficas a las que no se les ha dado un espacio dentro de ámbitos educativos e incluirlas”.

La experta señaló que un gran paso hacia el cambio y la reivindicación es abrir debates al respecto. Sobre este tema, la doctora Artemisa Montes Sylvan, directora ejecutiva del Observatorio Mexicano de la Crisis (OMEC) comentó: “Un paso que ya se está dando es tener discusiones, ya que debemos entablar un debate social. Este es un proceso en el que antes de aprender debemos desaprender (…) En los sistemas educativos hay mucho trabajo por hacer (…) Es un proceso que debemos construir como sociedad”.

Y es que, en general, existen estereotipos muy arraigados que están ligados al aprendizaje. “Hubo muchas personas que querían evitar que estudiara Literatura Dramática y Teatro. Opinaban que no había campo laboral suficiente e iba a terminar en una situación económica desesperada, Otras personas aseguraban que terminaría por enloquecer, ”porque los actores pierden la cabeza”. Incluso, me advirtieron sobre la marihuana. Me dijeron que no cediera a la presión social para que no terminara siendo una adicta a las drogas”, dijo Flor Carvajal, alumna en la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM.

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) menciona que “un estereotipo de género es una opinión o prejuicio generalizado acerca de atributos o características que hombres y mujeres poseen o deberían poseer o de las funciones sociales que ambos desempeñan o deberían desempeñar”.

En ese contexto, muchas de las mujeres en México deben lidiar con estereotipos, como María, quien decidió estudiar Física cuando estaba en secundaria. Sin embargo, ocultó lo más que pudo su decisión, pues sabía que sus padres no estarían de acuerdo con esa elección.

Su paso por la facultad lo describe, en general, como satisfactorio. “Fue muchísimo lo que aprendí y conocí gente increíble. Aunque, obviamente, estoy omitiendo los comentarios misóginos que todos los profesores hacían en algún momento del semestre. Además de algunas actitudes de menosprecio por parte de ellos”, narró María.

Agregó: “profesores y alumnos creían que era estúpida por ser bonita. Decían que no se podía tener ambas cosas, que me había equivocado de carrera, y que era mejor que considerara irme a ciencias sociales”, comentó María.

Por su parte, Flor tuvo que lidiar con estereotipos de diversa índole: desde el estigma que carga consigo por elegir una carrera artística hasta por el hecho de ser mujer. “De por sí ya existe un estereotipo con las carreras de artes y humanidades. Es decir, no solo te consideran ya adicta por el hecho de estudiar en la Facultad de Filosofía; no solo ‘no haces nada’ porque no estudias una carrera ‘de verdad’ como Derecho o Medicina. Ahora, siendo mujer, cargas con el estereotipo de ‘superficial’ porque, según ellos, estudias teatro para poder maquillarte y para que te vean. Porque, como eres mujer, ‘te encanta llamar la atención’”, comentó Flor visiblemente molesta.

Así, los estereotipos influyen de manera directa en la elección de carrera. Por ejemplo, al hablar de ciencia, la UNESCO agrupa los factores que influyen en la participación de niñas y mujeres en esta, en cuatro grandes categorías. Dos de ellas responden a factores familiares y de pares y las otras a factores sociales. En la categoría de lo familiar, se pueden mencionar las expectativas de los padres y el nivel socioeconómico y educacional del hogar como factores de influencia en la elección de carrera. Mientras que el social hace referencia a la igualdad de género y los estereotipos.

Las frases dichas a Flor, a María y a millones de mujeres más se pueden colocar fácilmente en cualquiera de estas categorías. Y es por esas mismas frases que integrar perspectiva de género en los planes curriculares toma relevancia para poder romper estereotipos.

“Yo creo que un esfuerzo que se ha hecho, de unos años para acá, es realizar programas de mujeres en las STEM [ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés] pero no ha habido tanto trabajo de parte de La reivindicación de las mujeres se puede lograr, no solo en sentido histórico al incorporarlas al currículo y a la bibliografía de consulta de todas y cada una de las asignaturas en las escuelas y universidades, sino también a través de la representación actual. Es decir, es muy importante, simbólicamente, que las mujeres ocupen cada vez más puestos como docentes, en directivas y que tengan responsabilidades relevantes en la sociedad en general, opinó la maestra Julia Muñoz Velasco, especialista en filosofía y asistente académica en la Coordinación de Planeación Curricular de la Universidad La Salle.

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