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Medio: El Sol de México 

Especialista: Lic. Miguel Ángel Ramírez Jarquín / FAMADyC 

Tema: “El verdadero big brother”

  • Las redes sociales ni son gratis ni tan inocentes como aparentan
  • ¿Con quién compartes tus fotos?
  • Con la misma facilidad que accedemos a la red, compartimos toda nuestra información personal en Facebook, Twitter, Whatsapp y hasta Google, sin reparar en que eso puede ser usado con otros fines

Las redes sociales ni son gratis ni tan inocentes como aparentan. Todas, desde Facebook, Instagram o Whatsapp, hasta Twitter, Telegram o Signal, pasando por Wire y Threema o cualquier otra buscan generar ingresos, y para ello cuentan con los datos personales que nosotros mismos, consciente o inconscientemente, les damos y autorizamos a utilizar.

Compartir fotos, videos o comentarios en redes sociales son acciones tan comunes en pleno 2021 que ya no nos sorprende ni hacerlo, ni que nuestros conocidos hagan lo mismo, incluso, lo raro sería no hacerlo.

Las redes sociales, o mejor dicho el internet, se ha convertido en el depósito de nuestros recuerdos y expectativas, pero rara vez caemos en la conciencia de los riesgos que corremos al dejar esa huella en la red.

“La realidad es que, lo que le hemos dado es el comportamiento día a día, el nicho en el que nos estamos moviendo, nuestro nivel socioeconómico, el perfil social que estamos manejando, nuestros anhelos hacia el futuro, y eso las marcas lo han utilizado porque se dieron cuenta que son insides de marketing”, explica Miguel Jarquín, especialista en Estrategia Digital de la Universidad La Salle.

COMPARTO, LUEGO EXISTO

En las últimas semanas entre la opinión pública, incluyendo redes sociales, cundió el escándalo de los cambios de políticas de Whatsapp sobre el manejo de contenido. De inmediato, en diferentes redes sociales surgieron comentarios de que mensajes de texto, de voz, fotografías y videos podrían ser “usurpados” para la compañía dueña de la app para chatear, e inclusive usarse como pruebas en procesos judiciales.

Más allá de la veracidad o no de estos puntos, lo que dejó abierto este debate es ¿Qué tanta información estamos compartiendo con estas empresas como Facebook, Twitter y hasta Google, y qué de esa información puede ser usada con fines diferentes al original?

Un ejemplo muy simple, cuando en YouTube uno hace una búsqueda de tal artista, y si no cerramos sesión, la próxima vez que entramos encontramos videos de ese mismo cantante.

De la misma forma, si uno busca un producto en Amazon, o comparte su ubicación en Facebook está dando información que queda guardada en estas aplicaciones.

¿Abuso? Tal vez, pero es aceptado por nosotros.

“No derivaron de las maquiavélicas garras de Mark Zuckerberg, en realidad derivaron del inconsciente comportamiento a partir del cual nosotros decidimos, a través de la aceptación de términos y condiciones, compartir con Facebook y todas las redes sociales los días de nuestras vidas”, cuenta Jarquín.

Es precisamente eso, el aceptar los términos y condiciones de cualquier red social para acceder a ella y comenzar a interactuar con nuestros amigos, conocidos y hasta desconocidos.

De acuerdo con información proporcionada por Jarquín, existen estudios que detallan que si una persona tiene cuentas de Facebook, Instagram y Whatsapp (todas propiedad de Facebook) da en promedio entre 98 y 112 datos personales.

Hay diferentes factores a llegar a esto, la ignorancia en una primera instancia que podemos llegar a tener, pero también de esta bivalente partición de mundos, el mundo on line y el mundo real.

EL COMIENZO

En América Latina, el boom de las redes sociales fue más rápido que en otros lugares del mundo, situación que trajo como consecuencia dos cosas: la falta de educación para manejarlas y una precaria regulación.

Así, en relativo corto tiempo los latinoamericanos pasamos de tener un acceso a internet donde sólo eras “lectores” a ser generadores de contenidos para nuestros conocidos, ya podíamos subir cosas a las redes.

“No vino la transición natural de la educación sobre el uso de las plataformas, entramos de pronto de plataformas donde podríamos poner muchos datos nuestros, información, pensamientos, nuestro día a día”, dice Jarquín.

Un tema que se viene arrastrando desde la llegada de estos sitios a nuestra región, incluido México, es la falta de regulación.

“En todo América Latina, que es la región más desprotegida desde el punto de vista de regulación jurídica para la protección de los datos”, puntualiza el académico.

Es por eso que hace un par de anos, cuando Zuckerberg fue citado por las autoridades de Estados Unidos para comparecer ante la fuga de datos de Facebook, es que en la opinión pública del mundo surgió la pregunta de qué tanta información nuestra tienen las empresas privadas en sus manos, y cómo la usan.

El debate fue candente durante un tiempo, hasta que se enfrió y parece que se enterró, hasta que volvió a surgir con Whatsapp y su cambio de reglas. Ahora la duda es, si como hace un par de años el tema va a diluirse en el tiempo para volver a surgir ante un nuevo escándalo.

“Más allá de indignamos y estar consternados de los datos que está compartiendo o que está comercializando Facebook de nuestra actividad en digital, lo que realmente pasa es que nos estamos sumando a una tendencia, la de ‘me voy a salir de Whatsapp’ porque es parte de esa misma dinámica digital, no porque realmente le importe lo que hace Facebook con sus datos, o que realmente entienda la gravedad del asunto, y tampoco acabamos de entender hasta qué punto están siendo utilizados los datos que compartimos a través de internet”, opina Jarquín.

RIESGOS

El especialista en temas digitales comenta que compartir información personal a sabiendas de que la damos a alguien tiene que ver con una especie de aceptación. Citando estudios de universidades, comenta que el uso de redes sociales está relacionado con la depresión de las personas.

“Hay estudios de las universidades de Miami, California y hasta Harvard sobre el análisis socioeconómico de consumo en los que se nota que la dependencia que tenemos hacia la afección social y la baja autoestima nos llevan a tener un comportamiento mucho más activo en las redes sociales”.

Pero ¿qué riesgos existen de compartir dicha información? Para Jarquín serían dos: el dominio de tendencias de consumo y el robo de datos financieros.

“Un riesgo es que la gente no es tan responsable de las acciones ni de las ideas ni de los comentarios que están compartiendo en redes sociales. Hasta ese punto el riesgo es muy grande en cuanto a dominio de pensamiento y de consumo, poniéndolo en un cara a cara de una persona contra Facebook.

“El problema es que no estamos en un enfrentamiento directo, porque entre ellos y nosotros hay otros mercados intermediarios, hay gente que controla redes de internet públicas, cookies en los sitios de internet, a lo mejor no estás en esas páginas, pero sí te pueden seguir por unas cuantas horas para robarnos la información bancaria”, dice.

Sería difícil, si no es que imposible, abandonar en pleno 2021 las redes sociales. Lo que no es imposible es educarnos sobre qué compartir y qué no, porque al final del día, nadie le dice a un desconocido en el Metro cuál es su rutina.

El debate fue candente durante un tiempo, hasta que se enfrió y parece que se enterró, hasta que volvió a surgir con Whatsapp y su cambio de reglas.

“Miguel Jarquín ESPECIALISTA EN ESTRATEGIA DIGITAL

“No derivaron de las maquiavélicas garras de Mark Zuckerberg, en realidad derivaron del inconsciente comportamiento a partir del cual nosotros decidimos, a través de la aceptación de términos y condiciones”

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