¿Cuáles fueron las claves para obtener el tercer lugar en su primer intento en aguas abiertas?
Desde muy joven, a Héctor López, estudiante de La Salle, le han enseñado a identificar la dirección en la que se mueven las nubes y a guiar a su familia en la carretera. A este sentido de orientación le atribuye el tercer lugar que obtuvo en los 1,600 metros de la Travesía en aguas abiertas de Boca del Río, Veracruz. Lo logró tan sólo en su primera experiencia compitiendo en mar abierto.
Más que terminar entre los primeros, el enfoque de Héctor fue concluir la carrera, pues las competencias en aguas abiertas consisten en nadar grandes distancias en lugares como el mar, lagos o ríos. Meses antes de la competencia, el estudiante de último año de la Escuela Preparatoria Unidad Santa Teresa aprendió algunas de las técnicas que requería para competir en una prueba con estas características.
Una de las principales diferencias entre este tipo de competencias y las de natación en alberca, es el control sobre el ambiente: “El mar es impredecible. Considero que el riesgo que hay aquí (en las aguas abiertas) son las mareas, que te van empujando dependiendo de la orientación que haya”.
En cuanto a la técnica, comentó que a diferencia de la alberca, no puede ir en dirección recta, sino que “tienes que ir cazando las olas para que no te regresen”. También, que debió ir incrementando su velocidad paulatinamente para no cansarse antes de tiempo.
Asimismo, el estudiante de 16 años comentó que un atleta requiere voluntad para encarar estas pruebas de resistencia: “Tienes que ir con la mentalidad de que lo tienes que terminar y no rendirte”.
Sin embargo, considera que lo más importante para que pudiera ganar es la orientación en el mar.
“Yo tenía más o menos estudiada la corriente marítima. Nos iba jalando hacia el sur y al ir nadando es fácil perderse. También estaba un poco lluvioso. Aunque había mucha seguridad que te iba regresando, la gente se iba abriendo y eso les hizo perder tiempo. O también, muchas personas llegaron a playas equivocadas”.
Te podría interesar: Águilas La Salle vencen a la pandemia y se destacan en el deporte
Héctor, cuya familia ha trabajado en instituciones navales, señaló que durante toda la competencia tuvo presente la orientación de las nubes y de lo que tenía a su alcance, como las luces, para no perderse.
“En mi caso siempre me han inculcado mucho que no puedo salir así nada más. Por ejemplo, en los viajes familiares me ponían de copiloto y me hacían responsables si nos perdíamos, para que yo tuviera sentido de la orientación. Creo que eso fue lo que me ayudó, no me fui desviando, no me abrí de más, no me perdí como otras personas que llegaron dos playas hacia el sur”.
Héctor López comenzó a nadar a los dos años por recomendación médica. Un accidente de bicicleta provocó que se fracturara el fémur izquierdo (hueso del muslo) y para recuperar la movilidad sus padres lo llevaron a clases de natación.
Una vez que terminó la rehabilitación, Héctor tuvo el deseo de continuar en el deporte. Entrenó guiado por su mamá hasta los ocho años y después buscó elevar su nivel en distintas escuelas hasta que la pandemia de covid-19 lo obligó a quedarse en casa. En 2020 ingresó a La Salle, pero no fue hasta un año más tarde, cuando las condiciones sanitarias así lo permitieron, que pudo comenzar a entrenar con el equipo de natación.
Su primera experiencia en aguas abiertas le dejó un grato sabor de boca, por lo que planea continuar participando en estas competencias. Para desarrollar su carrera deportiva, La Salle lo apoya con la posibilidad de entrenar en el mismo espacio en el que estudia y con el soporte del equipo médico con el que cuenta la Escuela de Altos Estudios en Salud “para hacernos diversos análisis y saber cómo estamos haciendo la patada, con qué magnitud de fuerza, la brazada, entre otras cosas”.
Deja un comentario