Medio: infobae.com
Especialista: Dr. Felipe Gaytán / FHyCS
Tema: “#Quedateencasa la emergencia del concepto Hogar-Mundo después de la pandemia”
- Previo a la pandemia el hogar era sólo un espacio para descansar, dormir o resolver necesidades, pero nunca un lugar para habitar permanentemente. Hoy es lo que articula nuestra vida y nuestra existencia
“No hay mejor lugar como el hogar”, expresó Dorothy en el cuento del Mago de Oz como anhelo de volver a casa. Sin embargo, la actual pandemia generada por el COVID-19 nos confronta sobre la pertinencia de esta frase después de estos meses de confinamiento, cuestionándonos si el hogar es ese centro idealizado que en los discursos morales aparece siempre como la utopía irrealizable.
#Quedate_en_casa es la sentencia- invitación al confinamiento para evitar un mayor contagio entre la población. Pero una consecuencia no deseada de tal previsión sanitaria no fue sólo el quiebre de las actividades económicas sino el cambio en el eje social y significativo de la vida pública al colocar al hogar como centro articulador en esta coyuntura, diluyendo así la ambigua frontera entre lo público, lo privado y lo íntimo. Emerge entonces un nuevo concepto denominado Hogar- Mundo, espacio que condensa toda la vida pública en el ámbito privado y simultáneamente subordina la esfera de lo íntimo a la sanción de lo privado.
Lo explicaré con mayor claridad: al confinar en casa toda la vida social y económica (actividades educativas, rituales religiosos, reuniones sociales y festivas, incluso la actividad lúdica de comprar y consumir vía entrega de mensajería) provocó que el hogar se convirtiera en la nueva formación social dominante. El hogar se volvió aula, centro de videoconferencia, compras online, lugar para sermones del jefe al resto de la familia, etc.) y junto a ello lo íntimo fue exhibido y sancionad desde y por lo privado. Tener un espacio íntimo se volvió imposible al estar obligados a convivir comunitariamente la mayor parte del día y de la noche.
La ansiedad de salir que hemos padecido, si bien se debe a que previo a la pandemia la mayor parte de nuestras actividades se llevaban afuera, debemos ir a lo más profundo que es evadir el control y la censura que la casa ha colocado sobre nosotros, dirigiendo y moldeando las formas de convivir en grupo, ceder espacios vitales para compartir y estar siempre a la vista moral con los que convivimos exhibidos en lo que hacemos o dejamos de hacer hacia fuera en nuestras actividades públicas y hacia adentro con nuestras emociones y sentimientos.
Previo a la pandemia el hogar era sólo un espacio para descansar, dormir o resolver necesidades, pero nunca un lugar para habitar permanentemente. Hoy es lo que articula nuestra vida y nuestra existencia y donde prevalece la sanción moral de lo privado, es decir, la exclusividad de pertenecer y de cumplir las reglas colectivas y la sanción de la autoridad del jefe o jefa de hogar para seguir los usos y costumbres.
Lo privado ahora tutela lo publico y sanciona lo íntimo. Un ejemplo de esto sucedió en México cuando la Secretaría de Cultura Federal promovió la transmisión por redes digitales de una obra de teatro intitulada “Dos príncipes” a través de la cual intentaba sensibilizar sobre la diversidad en el mundo. Sin embargo, padres de familia vieron en ello una intromisión de lo público en el espacio privado, un cuestionamiento a su autoridad y valores. Si bien reclamaron los padres, lo efectivo no vino del reclamo sino del turn off, apagar, bloquear o desconectarse de la red y vigilar lo que sus hijos deberían ver de acuerdo con los valores familiares. Existe una sentencia de los padres de familia que ha hecho eco en los estudios de cultura política: “La democracia termina donde empieza la puerta de mi casa”.
Esto permite comprender por qué del incremento en el índice de violencia intrafamiliar, las tensiones y conflictos entre integrantes del hogar y de la reinvención de valores familiares que, en plena pandemia, si bien han sido necesarios para organizar el Hogar Mundo, hoy se asumen como verdades inmutables e incuestionables. El concepto de Hogar – Mundo revela un rasgo distintivo: nos hemos vuelto más conservadores. Ante la amenaza de contagio la gente ha exigido mayor seguridad aún cuando ceda en libertades.
Según las encuestas en distintos países (México, Brasil, Colombia) la gente exige mano dura contra aquellos que no se recluyen y se sanciona moralmente a los que no respetan el confinamiento incluyendo también aquellos que por necesidad tienen estar afuera.
El concepto de Hogar- Mundo ha deslizado nuestra cultura cívica hacia un nuevo puritanismo: intolerantes con los que están en la calle, desconfiados de los demás, vigilantes de la seguridad del hogar evitando el contagio de la inmoralidad externa y, sobre todo, asumiendo que todos seremos mejores (de acuerdo con parámetros que desde lo privado el Hogar Mundo proyecta como el deber ser por asumir a riesgo de ser objeto de sanción moral).
Las lecciones del Hogar Mundo como nuevo centro han desencantado nuestro romanticismo previo sobre el término llano de hogar: el Hogar no es equivalente a familia . En México por ejemplo el 11 % de los hogares no son familiares (INEGI 2015).
El Hogar ha dejado de ser espacio residual para convertirse en el centro social con la preminencia de lo privado sobre lo público y lo privado.
El Hogar es seguridad en tanto se siguen las reglas colectivas y de un ejercicio de poder y control no visto antes como la violencia intrafamiliar.
Dorothy anheló regresar al hogar. Ella nunca se dio cuenta que ese mundo mágico que la confrontós era el hogar mismo sólo que revestido de un mundo de fantasía. No podía ir al hogar porque nunca escapó de él. El mago de Oz siempre fue en sí mismo el Hogar Mundo que ahora habitamos.
*Profesor Investigador de la Universidad La Salle México
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