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Medio: La Razón 

Especialista: Dr. Felipe Gaytán 

Tema: A los 18 del 11-S, odio revienta a minoría

LA LUCHA GLOBAL que desde entonces mantiene EU ha provocado estigmatización y miedo por el extranjero, advierten expertos; Trump los usa como propaganda política

Casi dos décadas pasaron desde el traumático atentado que el 11 de septiembre de 2001 dejó más de 3 mil muertos y 6 mil heridos en Estados Unidos. La guerra que se inauguró ese día para combatir el terrorismo no sólo sigue vigente, sin un atisbo de paz, sino que alimenta el odio por las minorías en gran parte del mundo.

Desde el punto de vista de los intereses de Estados Unidos, la estrategia de seguridad nacional que se emprendió aquel 11 de septiembre rindió frutos:

se logró la caída del Emirato Islámico de Afganistán, la destrucción de varios campos de entrenamiento de Al-Qaeda y la captura y muerte de Osama bin Laden, a quien se responsabilizó de los atentados; sin embargo, los efectos de esta guerra en curso, que involucró a más de 30 países, han tenido un efecto perjudicial a nivel sociedad: el odio generalizado a musulmanes y otras minorías que cargan con una culpa que no les pertenece.

En respuesta a la crisis, el gobierno de Estados Unidos creó el Departamento de Seguridad Nacional que fusionó 22 agencias.

Desde el 11-S, varias personas identificadas con esta religión han sido objeto de una ola de violencia armada sin preceden- tes. En 2015, tres personas de una familia musulmana en Carolina del Norte fueron asesinadas por un hombre de 46 años en un ataque antiislámico. En 2016, un imán y un muecín fueron asesinados en Nueva York, en un ataque terrorista. El mismo año, un médico musulmán en Texas fue asesinado por tres personas en el patio de la mezquita de su comunidad. El 26 de mayo de 2017 se produjo un ataque en un tren de Portland, donde un individuo apuñaló a dos jóvenes musulmanes e hirió a una persona más luego de insultarlos con consignas antiislamistas.

De acuerdo con Dora Isabel González, profesora de Relaciones Internacionales de la Facultad de Estudios Superiores Aragón, de la UNAM, el hecho de que los estadounidenses no puedan olvidar un evento tan traumático, que los hizo sentir vulnerables, influyó en su comportamiento actual.

“Trajo consecuencias psicológicas en en todos los entornos sociales. Su personalidad cambió”.

Incluso, reconoce que estos hechos pudieron influir en la crisis reciente de violencia armada en el país, donde tiradores solitarios han disparado contra musulmanes, judíos y mexicanos.

“No se puede descartar que cualquier efecto anterior no tiene consecuencias, el sospechosismo que se generó provocó un estado de tensión en la población estadounidense, alentado además por la xenofobia, el miedo a perder lo suyo.

Desde el 11 de septiembre vivimos otro esquema del terrorismo”, compartió a La Razón.

En este aspecto coincide Felipe Gaytán, internacionalista de la Universidad La Salle.

“El 11 de septiembre marcó una idea: el extranjero, el que viene de fuera, el que no pertenece, en sentido estricto” se ve como enemigo. Para Estados Unidos ha sido fácil estigmatizar a los talibanes (el grupo ligado a los atentados terroristas de 2001) porque siempre busca poner rostro a lo que considera el mal. Si uno se fija en su política, ha procurado localizar personajes (como Osama bin Laden o Sadam Husein) para estereotiparlos”.

Los talibanes, destaca Gaytán, fueron la organización del mal diabólico que había que combatir para evitar otro ataque. Incluso llegó un punto en “la guerra contra el terrorismo”

en que “aquellos que no compartían las ideas del gobierno de Estados Unidos”

era causal para considerarlos terroristas, así que se empezó a

“limitarse la libertad de expresión, la participación en la sociedad de cualquier cosa que se relaciona con el islam o con los musulmanes”.

LA ESTRATEGIA ACTUAL.

El inquilino de la Casa Blanca, a quien grupos civiles y demócratas le responsabilizan por incentivar el rechazo hacia las minorías, es un nuevo factor en el tratamiento del terrorismo en la actualidad, externaron los expertos consultados.

González hizo énfasis en el doble discurso del magnate, quien prioriza la cuestión propagandística para abordar los temas de seguridad nacional. “Hace poco intentó negociar con los talibanes, ligados a los que generaron el atentado del 11 de septiembre.

En realidad lo único que le importa es jugar con las emociones”

para capitalizarlas en su imagen.

“El problema es que Donald Trump suele pegar al avispero.

Va a Corea

(del Norte), negocia en términos de una foto, va con los talibanes y destapa trámites con Irán

(al que acusa de ser el patrocinador número uno del terrorismo en el mundo).

Él sólo se mueve en esos extremos que otros presidentes no tocaron, sólo con un fin electoral”, concluye.

“NO SE PUEDE descartar que cualquier efecto anterior no tiene consecuencias, el sospechosismo que se generó provocó un estado de tensión en la población estadounidense, alentado además por la xenofobia”

Dora Isabel González Experta en Relaciones Internacionales de la UNAM

 

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