Fiscal General de la República

Mtro. Fernando Dworak, analista y consultor político.

Aunque se aprobaron a nivel federal en el 2011 y los estados hicieron lo propio, hasta el 2013 compitieron los primeros candidatos independientes. Las prospectivas sobre su impacto se basan más en expectativas que en desempeño. Esto explica la efervescencia sobre lo que se percibe como un “exceso” de candidatos independientes y su impacto en el 2018.

Las candidaturas independientes permiten que se postulen personas sin partido. Si son competitivas, obligan a los candidatos partidistas a mejorar sus ofertas y estrategias. En tres años tendremos una visión clara de la eficacia de esta figura y veremos que será eficaz en municipios, testimonial en los órganos legislativos, pero excepcional para gubernaturas. ¿La razón? El contacto directo que tiene un edil o un alcalde con la población y su capacidad de respuesta. ¿A qué candidato beneficiarán o perjudicarán los independientes? Esperemos unos meses para ver cuántos llegan a la boleta antes de dar una opinión.

Mtro. Rafael

Salvador Candíani Morales

Especialista de la Facultad de Derecho de la Universidad La Salle.

Con la llegada de los candidatos independientes a las próximas elecciones federales, se pone nuevamente a prueba nuestro sistema democrático y electoral. Se amplían las posibilidades para el electorado, por lo cual en su hartazgo de los partidos políticos podrán elegir a un candidato ciudadano. Con la llegada de los candidatos independientes los partidos políticos deberán tener una mejor oferta electoral ya que sus posibilidades se ven mermadas o disminuidas por las nuevas reglas. Por lo tanto es una prueba difícil para nuestra democracia y para sus instituciones, en donde el electorado ganará por tener opciones variadas para la presidencia, y los partidos políticos de alguna manera se ven enfrentados por las posibilidades del ciudadano de ascender a la Presidencia. Esperemos que este ejercicio devuelva la esperanza a México.»

Mtro. Telésforo Nava, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa.

El hartazgo y desencanto que la ciudadanía tiene de los partidos con registro debido a que de ella sólo se acuerdan cuando requieren su voto (para seguir vegetando plácidamente con los cuantiosos recursos que les reportan los cargos públicos y de partido), ha disparado la inclinación a mirar hacia los candidatos independientes, mismos que tienden a multiplicarse. Pero desde Los Pinos, gobiernos locales y partidos los han detectado como un peligro, por lo cual les hacen la vida imposible, imponiendo absurdos requisitos para registrarse, el saboteo a que los someten y desde luego, los independientes cachirules promovidos oficialmente para hacerles la guerra a los verdaderos independientes y a los contrincantes, especialmente del Frente Ciudadano y de Morena. Sin embargo, la reiterada cerrazón de la oligarquía política, la que por diversas vías cierra las válvulas que ayudarían a liberar la presión social que se está acumulando, cada vez ponen en mayor peligro al sistema político dominante.»

Lic. Gerson Hernández, académico de la Facultad de Ciencias Políticas Sociales de la UNAM y consultor político.

Ser independiente es como una carrera de obstáculos, porque si bien es cierto que hay un sinnúmero de aspirantes, más de 40 para la Presidencia de la República, suena imposible que todos estos aspirantes puedan lograr el millón de firmas en todo el país. También, es una carrera de obstáculos porque se necesita una estructura para generar una empatía con los ciudadanos.

No veo que la figura de Armando Ríos Piter u otros aspirantes puedan llenar los zapatos de una verdadera candidatura independiente en nuestro país, como sucedió con los fenómenos de aspirantes ciudadanos como Emmanuel Macron. Es muy importante el registro de la candidatura independiente de Marichuy que representa al Movimiento Zapatista en Chiapas, es algo positivo, y al final el gran reto es lograrjuntar el millón de firmas en muy poco tiempo.

Más opciones no nos dan mayor calidad de la democracia. No hay una fórmula que nos pueda garantizar que más opciones políticas generan una mayor participación ni tampoco que de esa boleta de lotería que vamos a ver en caso de que haya varios candidatos independientes y de partidos políticos nos genere una solución real a los problemas.

Dra. Ivonne Acuña Murillo, académica del departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana.

Teóricamente, el que muchos ciudadanos y ciudadanas puedan registrarse y contender como independientes por la Presidencia de la República supone un avance en términos democráticos. Sin embargo, no puede dejarse fuera del análisis el contexto en que esto ocurre. Es un hecho que, en las últimas elecciones, la fragmentación del voto se ha vuelto una constante al punto que, en muchos casos, quien gobierna lo hace tan sólo con alrededor de 30% de los votos emitidos.

De esta manera, si cinco o seis de los 86 que pretendieron ser candidatos logran estar en la boleta en el 2018, la fragmentación del voto aumentará al punto que el principal beneficiario será el partido con mayor voto duro, de tal suerte que lo que parece un triunfo ciudadano se está convirtiendo en una estrategia más de reproducción del mismo sistema en el que los partidos mantienen el monopolio de la representación política.»

Mtro. Rafael Morales, analista político y catedrático de la UNAM.

De contar con una candidatura única independiente, los ciudadanos sin partido y los enfrentados al gobierno habrían ganado una alternativa nacional opositora, personalizada en la figura de un líder social, sin pasado partidista. No fue así. Lejos de ser una fiesta ciudadana, lo que expresan las decenas de aspirantes a candidatos independientes a la Presidencia de la República es un desconcierto ante la imposibilidad real de competir contra las maquinaras partidistas y los intereses creados alrededor de éstas.

La sociedad pierde por su eterna incapacidad para unificarse alrededor de un programa político nacional. Tras de ello, vendrá el diluvio: la pulverización del voto de los independientes, la intentona frente al sistema. En cambio, las élites ganan por su capacidad para ponerse de acuerdo en cómo dar continuidad al estado de cosas, apoyados en políticos y partidos de Estado.»

Mtro. Jorge Antonio Luna Calderón

Especialista de la Facultad de Derecho, de la Universidad La Salle

El hartazgo social que ha perdido en gran parte credibilidad en los partidos políticos, obliga necesariamente a buscar nuevas alternativas, al margen de aquellas instituciones. El parte aguas de lo que hoy comienza a consumarse, con el registro de cerca de 80 aspirantes, para candidatearse a ocupar en el 2018, un espacio en la boleta electoral, lo podemos ver como la parte buena de la apertura democrática, sin embargo, la estructura electoral para competir, seguirá en manos de los partidos políticos, quienes reciben financiamiento para ello, lo que no sucede en favor de los independientes.

¿Quién gana la nueva democracia mexicana?, ¿quién pierde los partidos políticos que no han sabido estar a la altura de las necesidades sociales, políticas y económicas de la sociedad mexicana. El punto de partida se lo debemos hace seis años a Jorge Castañeda, promotor de la reforma constitucional, que algún día no muy lejano veremos cristalizado en mejores ciudadanos gobernantes.