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Medio:  El Universal 

Especialista: Dra. Julia Muñoz Velasco / PC 

Tema: “Luchan por la inclusión”  

 

  • Combaten la marginación

Con organización y apoyo mutuo, las universitarias han establecido asociaciones y grupos de trabajo para paliar la exclusión y marginación social que han padecido históricamente

 

Durante la historia que tiene la presencia femenina en las universidades del país ha sucedido de todo: desde revoluciones y guerras hasta la fundación de organizaciones y sociedades con el objetivo de aumentar los derechos del género femenino.

 

Los logros en los ámbitos sociales, educativos, históricos, de las ciencias…, son considerables. De hecho, la misma organización de las mujeres es responsable directa del surgimiento de una conmemoración internacional: el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

 

En México, desde la primera titulación de una mujer, en 1886, y hasta la fecha, las universitarias han tenido la necesidad de organizarse para hacer valer sus derechos dentro y fuera de los espacios académicos.

 

A lo largo del tiempo, esta situación se ha replicado en instituciones de todo el país. En años recientes se ha vuelto más común la creación de grupos y sociedades de mujeres dentro de las comunidades escolares: desde aquellas conformadas únicamente por estudiantes, hasta las que toman en cuenta a las mujeres del profesorado, administrativas e, incluso, a las egresadas de todas las edades.

 

Aunque estas organizaciones tienen objetivos muy específicos y diferenciados, todas coinciden en la importancia de hacer valer los derechos, tanto en las universidades como fuera de ellas, así como denunciar las violencias ejercidas día con día en su contra.

 

El siglo pasado, una de las organizaciones con mayor notoriedad fue la de las sufragistas, quienes, después de luchas y manifestaciones durante largos años, lograron hacer realidad el voto femenino.

 

Pero ¿por qué es común, a lo largo de la historia, ver el surgimiento de organizaciones femeninas para avanzar y hacer valer el ejercicio de sus derechos? La respuesta tiene que ver con procesos históricos en los que las mujeres, de manera sistemática, han sido oprimidas, explotadas y excluidas.

 

Según la doctora Julia Muñoz Velasco, quien es especialista de la Coordinación de Planeación Curricular de la Universidad La Salle, “es importante preguntarnos: ¿qué intereses hay detrás de que no haya cambios sustanciales?, ¿a quiénes favorecen las estructuras existentes? Crecimos dentro de instituciones que favorecían ciertas estructuras de poder que, prioritariamente, les daban las ventajas a los hombres; crecimos viendo que eso era normal. Luchar contra esa inercia es uno de los mayores desafíos que tenemos”.

 

LUCHAN CONTRA SISTEMA PATRIARCAL

 

A nivel mundial, en 1919 se fundó la Federación Internacional de Mujeres Universitarias (IFUW, por sus siglas en inglés). La idea de esa asociación era representar a ese sector de la sociedad civil dedicado a trabajar, de manera pacífica, por el desarrollo de las mujeres. Esta agrupación es considerada la más antigua en su tipo a nivel mundial.

 

En México, aproximadamente una década después, en 1929, una asociación mexicana de universitarias de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM se unió a la IFUW. Si bien con el paso de los años esa sociedad se desintegró y perdió su membresía, en 1990, 33 universitarias mexicanas decidieron darle un nuevo impulso a este movimiento. Así, fundaron la Federación Mexicana de Universitarias (FEMU), la cual recuperó su sitio en el mencionado organismo internacional, ahora llamado Graduate Women International (GWI).

 

A lo largo de la historia, las mujeres universitarias organizadas alrededor del mundo identificaron que, para lograr el desarrollo óptimo de los pueblos y con ello la paz mundial, son necesarias la equidad de género y el respeto a los derechos de todas las personas.

 

“Buscamos el desarrollo de las mujeres a través de la educación. Si esto se logra, se contri- buye al cambio cultural que buscamos, que es deconstruir la cultura patriarcal basada en la dominación del hombre sobre la mujer”, dijo la doctora Patricia Galeana, presidenta fundadora de la Federación Mexicana de Universitarias.

 

La también directora del Museo de la Mujer agregó que “el sistema patriarcal desarrolló una cultura de dominación de unos sobre otros. Sin embargo, se requiere una nueva cultura que busque paz, respeto y derechos de todos los seres humanos. Así, esta organización de académicas surgió con la idea de fomentar la paz”, explicó la doctora Galeana.

 

Sin embargo, la tarea de las organizaciones de mujeres se ha encontrado con muchas dificultades y obstáculos instalados por parte del sistema cultural vigente. Es por eso que uno de los aspectos que caracteriza a estas organizaciones y sociedades es que están sustentadas en el apoyo entre mujeres; se centran en la empatía, la solidaridad y el acompañamiento en las experiencias vividas. Es decir, existe cierto componente emocional que las une. Sin embargo, esto no es lo único que las mantiene organizadas y en funcionamiento.

 

“El ser un grupo oprimido históricamente nos ha llevado a que las mujeres nos organicemos de diferentes modos. En estas maneras de reunirnos y compartir nos hemos dado cuenta de muchas opresiones. Eso ha hecho que los grupos se cuestionen y formen frentes comunes, a partir de la identificación de unas con otras, como seres que pasan por las mismas violencias y discriminaciones. Por eso nos unimos y luchamos”, expresó la doctora Elvia González del Pliego Dorantes, coordinadora del Programa de Género e Inclusión de la Universidad Iberoamericana.

 

Reflexiones del sociólogo James Jasper, retomadas en el artículo “Activismo Feminista en las Universidades Mexicanas”, de Daniela Cerva, publicado en la Revista de la Educación Superior, indican que “las emociones acompañan a toda acción social, proporcionando a esta motivación y objetivos, así como sentimientos recíprocos de lealtad y de lazos afectivos”. Pero esto no es lo único: estas agrupaciones también expresan “cambios en un orden mayor” ubicados en “la lógica del sistema patriarcal dentro del espacio universitario”.

 

“Es importante la organización femenina al interior de los espacios universitarios para llamar la atención sobre un fenómeno que tenemos claro: las universidades son instituciones medievales que eran exclusivamente para hombres. Al hacer memoria histórica, tiene muy poco que las mujeres fueron admitidas. La organización de las mujeres dentro de las universidades ha tenido que avanzar poco a poco, no solamente para abrir estos espacios sino también para saber si realmente hay igualdad de oportunidades, tanto para ingresar, como para mantenerse estudiando o alcanzar puestos administrativos importantes. Estos y otros temas siguen estando pendientes en estos días”, explicó la doctora Muñoz.

 

Las organizaciones de estudiantes universitarias en México surgen para cuestionar prácticas que reproducen los privilegios y la violencia masculina en el espacio universitario, así como para integrar la perspectiva de género dentro de las universidades, no solo a nivel administrativo, sino también en el curricular.

 

Durante años no han tenido la divulgación necesaria las historias de aportaciones clave, hechas por mujeres, a las ciencias y humanidades. Las mujeres organizadas también tienen como objetivo rescatar esos sucesos.

 

“Estamos conscientes de que no solo hacemos investigación y docencia, sino también divulgación. Tratamos de dar visibilidad a las aportaciones femeninas que, debido a la invisibilización de mujeres, no se les conoce”, explicó la doctora Galeana.

 

La presidenta de la FEMU agregó: “esto ayuda al cambio cultural porque las niñas de ahora, al enterarse de aportaciones importantes hechas por mujeres, se empoderan a sí mismas. El empoderamiento es cobrar esa seguridad y decir ‘si ellas pudieron aportar de esa manera, yo también puedo’. Así las niñas y los niños empiezan a ver como normal que no hay temas exclusivos de uno u otro género y se comienzan a tirar los estereotipos”.

 

Dicho de otro modo: las mujeres organizadas son causa y efecto de la incorporación de procesos para garantizar su bienestar y ejercicio de sus derechos, así como la equidad de género en todos los niveles y entornos.

 

Debido a la amplia variedad de acciones a realizar, las mujeres en la actualidad hacen su activismo en diferentes entornos como son los universitarios, las calles y las redes sociales. Las actividades que realizan, ya sea como manifestación o denuncia, varían en función de cada ambiente: van desde las mesas de diálogo con autoridades universitarias, hasta conocidos como tendederos del acoso, hashtags en redes sociales y ciberactivismo en general. También se organizan marchas masivas como las del Día Internacional de la Mujer.

 

Para lograr estos avances, se necesita un cambio transversal que vaya desde los puestos directivos más altos en las universidades hasta los profesores y el alumnado.

 

La doctora González lo explica así: “se deben revisar los documentos institucionales, así como los planes de estudio. Organizar actividades que incidan en el currículo formal y oculto (que se refiere al ambiente sociocultural; lo que se dice y comenta en la comunidad). Es necesario crear políticas y planes de igualdad; protocolos de atención y prevención a la violencia de género y una instancia que los atienda y ejecute. Capacitar a todo el personal académico y administrativo también es necesario. En resumen: realizar una serie de acciones que lleven a la reflexión del alumnado y profesorado para lograr un cambio sociocultural”.

 

“Este cambio requiere de tres acciones paralelas: 1. Cambio normativo y jurídico de los estados; 2. Políticas públicas que impulsen este cambio de mentalidad; 3. Educación con perspectiva de género porque, aunque está muy bien que ya damos este tipo de enseñanza en el nivel universitario, se debe inculcar desde preescolar hasta el posgrado. La perspectiva de género debe hacerse presente desde que las infancias entran en el sistema escolarizado”, finalizó la doctora Patricia Galeana.

 

Clara Zetkin, líder de la Internacional Socialista de Mujeres, sugirió en 1910 que un día al año fuera considerado como el Día de la Mujer. También a principios del siglo XX, otro factor determinante se dio cuando mujeres del Partido Socialista de EU organizaron una huelga, suceso que se considera como el inicio de la conmemoración del 8 de marzo.

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