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La pandemia hizo visible una cultura tóxica de trabajo, el regreso a la presencialidad no es el mismo.               

El tecnoestrés ocasionado durante la pandemia del Covid-19 ha generado un beneficio: el replanteamiento del bienestar. La Doctorante Elda Guzmán, coordinadora del posgrado en Negocios y Desarrollo Humano en La Salle Cuernavaca, expuso la temática durante la Segunda Semana Internacional Virtual, que se desarrolla del 26 al 30 de septiembre (consulta el programa aquí y accede a las conferencias). 

El tecnoestrés se deriva “del uso adaptativo de las tecnologías” y se relaciona con la tecnofatiga, “el estar expuesto a largas horas con exceso de carga laboral”. Este término tomó relevancia durante la pandemia a partir del trabajo en casa.  

El home office tuvo dos perspectivas, la buena, por elementos como la conciliación de la vida laboral y personal, el ahorro en tiempo y dinero, y la mejora en las relaciones con la familia. Sin embargo, en algunos casos también ocasionó una invasión al ámbito familiar, se eliminaron los horarios laborales e incrementó la carga de trabajo. Además, trajo efectos a la calidad de vida, como trastornos muscoesqueléticos, fatiga visual, rompió con el descanso psicológico, generó angustia, fatiga informativa y tecno adicción. 

Estos factores dieron como resultado una cultura tóxica de trabajo, es decir, el estrés aumentó y, a la vez, se dio una baja en la productividad. La Mtra. Guzmán enfatizó que México es el país que más horas trabaja y, al mismo tiempo, uno de los menos productivo (nuestro país obtuvo la posición 37 de los 43 países evaluados por el Instituto Mexicano para la Competitividad). 

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Sin embargo, Guzmán afirma que, una vez que retornamos a la presencialidad, no regresamos de la misma manera.  

“Los que ya salieron a la vida laboral ya están cambiando estas cosas. (…) A diferencias de los Baby Boomers, la Generación X o Z;

los Millennials ya no tienen nada que perder. (…)Aprecian cosas diferentes y han decidido cambiar sus prioridades”, dijo la Doctorante Elda Guzmán.  

Según datos de Statista en febrero de 2022, el 70% de los trabajadores en América Latina respondieron que es más probable que prioricen su salud y bienestar sobre el trabajo en la post-pandemia. 

Además, se proyecta que el cambio en el bono demográfico provoque un cambio organizacional en las empresas enfocado al bienestar y a mejores condiciones de trabajo.

“Las nuevas generaciones nos han traído cosas que las anteriores no se atrevían a decir: queremos flexibilidad, ver a nuestros hijos, o no tener hijos pero tener un espacio para nosotros, viajar… Es un cambio generacional orientado al bienestar. Y no se trata de que las empresas no quieran, pues si quieren retener al talento, tendrá que ver qué es lo que le gusta a la gente”, señaló.

Si bien, una nueva pandemia relacionada con la salud mental se originó a causa del tecnoestrés, algunas organizaciones ya están emprendiendo acciones para mejorar la calidad de vida de sus colaboradores.

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