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Aportación del investigador lasallista Ricardo Bernal Lugo a propósito del Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo 2020.                  

 

La idea de la paz perpetua… no es una fantasía vana, sino un problema que hay que ir resolviendo poco a poco, acercándonos con la mayor rapidez al fin deseado, ya que el movimiento del progreso ha de ser, en lo futuro, más rápido y eficaz que en el pasado.

Immanuel Kant

 

Con estas palabras el filósofo de Köninsberg Immanuel Kant, culminaba su famoso texto Sobre la paz perpetua en el que expresaba su confianza en que el libre uso de la razón tanto en el terreno de las ciencias como en el de la moral y el derecho promovería la paz perpetua entre los seres humanos y, con ella, el progreso entendido sobre todo como el respeto a la dignidad de todos los miembros de la especie. Los violentos acontecimientos de los siglos posteriores, particularmente los ocurridos durante la primera mitad del Siglo XX, mostraron con absoluta claridad que la humanidad no tenía inscrito como un destino el camino hacia la paz y la emancipación y que los desarrollos técnico-científicos también podían ser utilizados con fines absolutamente contrarios a la dignidad humana.

Esta constatación provocó una intensa reflexión inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial en la que participaron las mentes más brillantes de todas las disciplinas científicas, pero también juristas y filósofos con la intención de entender las causas de esta catástrofe civilizatoria y buscar cómo corregirla. El documento jurídico normativo más relevante de los últimos siglos por su contenido y sobre todo por su alcance, La Declaración Universal de los Derechos Humanos, fue el resultado de esta reflexión multidisciplinaria en la que se reconocía la centralidad del respeto de la dignidad humana sobre cualquier otra consideración para alcanzar la justicia, la paz y el desarrollo.

Desde entonces, no sin obstáculos y contratiempos, ha habido un intenso esfuerzo por hacer coincidir tanto los objetivos del desarrollo económico como los avances de la ciencia y la técnica con el respeto a la dignidad humana como base para la paz y la justicia. La decisión de la Conferencia General de la Unesco de proclamar el 10 de noviembre como Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo forma parte de esta loable intención.

“Para llegar al objetivo de la paz y el desarrollo humano, los avances científicos deben estar en manos de la sociedad.”

Entre otras cosas en la Resolución 31C/20  de la Conferencia emitida el 2 de noviembre de 2001 se afirma que la ciencia es una “herramienta” de los seres humanos para explicar el mundo; se subraya que los avances científicos nos permiten buscar soluciones a los nuevos desafíos económicos, sociales y medioambientales; se menciona que la ciencia tiene un papel fundamental para la paz y la cooperación internacional; y se exhorta a la comunidad científica a poner los avances del conocimiento al alcance de la sociedad.

En las últimas décadas se han acentuado desafíos medioambientales como el cambio climático, la contaminación del aire, la deforestación de los bosques, la degradación del suelo o la escasez del agua potable. El aumento de la desigualdad a nivel mundial y la persistencia de la pobreza en buena parte del planeta han generado un enorme descontente social.

Recientemente hemos visto el crecimiento en casi todo el mundo de movimientos ultranacionalistas, discursos protoracistas o abiertamente racistas que se creían desterrados de la arena pública y que ponen en riesgo los derechos humanos de todas y todos, y los valores democráticos. Asimismo, la pandemia por SARS-CoV-2 ha tenido un impacto negativo aún incalculable en todos los ámbitos de nuestra vida que requerirá de un enorme esfuerzo para ser revertido.

Nadie puede  poner en duda que para enfrentar estos problemas los avances de todas las ciencias serán indispensables y las humanidades también deberán cumplir un papel relevante insistiendo en el respeto a la dignidad humana y al medio ambiente tanto como criterios orientadores del conocimiento, como límites inquebrantables.

Con todo, en el espíritu de la propia Resolución es importante subrayar con más énfasis que nunca en la necesidad de un dialogo permanente y abierto entre la comunidad científica y los más diversos sectores de la sociedad, así como en la urgencia de incluir actores y saberes frecuentemente relegados.

Para llegar con mayor rapidez al objetivo de la paz y el desarrollo humano, como deseaba Kant hace más de 200 años, los avances científicos deben estar en manos de la sociedad, deben favorecer el acuerdo y el diálogo simétrico entre todos sus miembros y promover el respeto de las formas de organización y las prácticas de las comunidades locales.

 

Dr. Ricardo Bernal Lugo
Investigador de la Universidad La Salle
Adscrito al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) de Conacyt

 

 

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La Universidad La Salle México no se responsabiliza de los testimonios y opiniones vertidas a título personal en esta publicación. Los comentarios, datos y opiniones aquí externados son responsabilidad única de quiénes los emiten. (2020)

 

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